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La conservación del medio ambiente garantiza la salud humana y animal

El concepto de medio ambiente abarca la idea de que todo está interconectado, y que nuestras acciones tienen consecuencias en el entorno en el que vivimos. Por lo tanto, su conservación y protección son fundamentales para garantizar la sostenibilidad y el equilibrio de los ecosistemas, así como para preservar la salud y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

La relación entre el medio ambiente y la salud humana es estrecha y compleja. El medio ambiente, que engloba aire, agua, suelo, ecosistemas y recursos naturales, desempeña un papel determinante en el bienestar de las personas, de ahí la importancia de los siguientes elementos:

1. Calidad del aire: La contaminación del aire tiene un impacto significativo en la salud humana. La exposición a contaminantes atmosféricos, como partículas finas, gases tóxicos y compuestos orgánicos volátiles es responsable de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y hasta de cáncer de pulmón. También agrava los síntomas del asma y otras afecciones respiratorias.

2. Agua potable: El acceso a agua limpia y segura es fundamental para la salud humana. La contaminación del agua da lugar a la propagación de enfermedades como diarrea, cólera, hepatitis A y fiebre tifoidea. Además, los productos químicos y metales tóxicos vertidos por la acción humana que terminan en el agua causan efectos adversos en la salud tanto de los seres humanos (daños en los riñones, el hígado y el sistema nervioso) como en la salud del reino animal.

3. Seguridad alimentaria: La contaminación del suelo y el agua utilizados en la agricultura pueden afectar la seguridad y la calidad de los alimentos que consumimos. La exposición a pesticidas y otros productos químicos agrícolas tiene efectos perjudiciales para la salud humana.

4. Cambio climático: El cambio climático, causado en gran parte por las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana, tiene múltiples impactos en la salud. Las olas de calor más intensas provocan enfermedades relacionadas con el calor y la deshidratación. Los cambios en los patrones de precipitación pueden aumentar el riesgo de inundaciones y enfermedades transmitidas por vectores como el dengue y la malaria. Además, el cambio climático, al afectar la disponibilidad de alimentos y agua, puede llevar a la desnutrición y a conflictos por escasez de recursos.

5. La importancia de ecosistemas saludables. Bosques, manglares y otros actúan como sumideros de carbono, ayudando a mitigar el cambio climático. Además contribuyen a la purificación del agua y el aire, la polinización de cultivos y la protección contra desastres naturales. La pérdida y degradación de los ecosistemas pueden afectar negativamente nuestra salud y aumentar la vulnerabilidad a enfermedades y desastres.

En definitiva, la protección y conservación del medio ambiente son fundamentales para prevenir enfermedades, promover la salud y garantizar un futuro sostenible de cara a las generaciones futuras. Pero para las generaciones actuales hay muchas acciones que están en nuestra mano y que minimizan los efectos negativos en la salud humana

1. Reducir la contaminación del aire: Optar por medios de transporte más limpios, como caminar, andar en bicicleta o utilizar el transporte público, en lugar de vehículos privados que emiten gases contaminantes. Además, apoyar la adopción de energías renovables y promover la eficiencia energética pueden ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

2. Conservar el agua y prevenir la contaminación: Utilizar el agua de manera responsable, reparar fugas y evitar el desperdicio. Además, es importante no verter productos químicos tóxicos o desechos en fuentes de agua, y apoyar la implementación de sistemas de tratamiento de aguas residuales adecuados.

3. Promover prácticas agrícolas sostenibles: Fomentar la agricultura orgánica y sostenible, que evita el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes químicos, y promover la diversificación y rotación de cultivos para mantener la salud del suelo. Y no condenar a insectos esenciales como las abejas, que polinizan el 90% de los cultivos que nos alimentan.

4. Ahorrar energía: Utilizar de manera eficiente la energía, con bombillas de bajo consumo energético, aprovechamiento de la luz natural y optar por energías renovables en el hogar.

5. Fomentar la conservación de la biodiversidad: Apoyando la protección de áreas naturales evitando actividades que degraden los ecosistemas. Además, podemos evitar la compra de especies sacadas de su entorno.

6. Promover estilos de vida sostenibles con prácticas de consumo responsable, como reducir, reutilizar y reciclar,rechazando plásticos de un sólo uso, elegir productos ecoamigables y evitar el desperdicio de alimentos.

Cada pequeño cambio individual tiene un impacto colectivo en la protección del medio ambiente y difunde la importancia de cuidar nuestro entorno y sus efectos en la salud humana. También en la animal, como hace apenas un año recogía la propia ONU en una resolución histórica que establecía un vínculo entre bienestar animal y el daño medioambiental. Ocurrió en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente  (UNEA) que se celebró hace un año en Nairobi (Kenia). Raphael Podselver, jefe de incidencia de la ONU en la organización de concienciación alimentaria ProVeg International, lo expuso así: “Está comenzando a haber una mayor conciencia social y sensibilización a a nivel mundial sobre cómo la forma en que se trata a los animales afecta no sólo a ellos sino también a la salud humana y a la de nuestro planeta”