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Vacunas contra malaria, la gran esperanza para salvar a 750 niñas al día

Las vacunas siguen siendo las grandes protagonistas tras el programa experimental contra la malaria vacunando con RTS,S/AS01 a 800.000 menores en Africa, hito que puede cambiar la historia de una enfermedad que sigue matando a 750 niñas y niños al día.

Han pasado ya 65 años desde que la OMS lanzara su primer programa para su erradicación de la malaria en 1955. Las últimas cifras de 2019 nos hablan de 229 millones de casos y 409.000 muertes, menos de la mitad de las registradas en el año 2000. Lo que no ha cambiado es el hecho de que sean niños y niñas las más vulnerables con 750 muertes al día en menores de cinco años, y Africa subsahariana quién sigue sufriendo la mayor mortalidad en el mundo.

Por fortuna las vacunas nos abren una puerta a la esperanza tras el empujón y el esfuerzo mundial gracias a la Covid19. En septiembre de 2021 la OMS ha aprobado la vacuna RTS,S/AS01 contra el plasmodium falciparum, la especie más mortal que causa la malaria. Esta aprobación se ha producido  después de realizar un programa experimental en el que se vacunaron a 800.000 niñas y niños menores de cinco años en Kenia, Malawi y Ghana. Sin duda la noticia más esperanzadora ya que puede cambiar la situación de la malaria en el mundo según la OMS. El estudio realizado mostraba que la vacuna había disminuido la mortalidad y los casos graves en un 30%, pero no comenta nada sobre que reduzca su transmisión ni serviría poblacionalmente. Además, esta vacuna tiene una eficacia interesante en el primer año, pero luego baja drásticamente. Es obvio que de momento no se está ante una solución definitiva, sino más bien complementaria a otras acciones. El inconveniente que presenta esta vacuna es que requiere 3 dosis, lo que supone un problema en zonas rurales a nivel de logística. Y aunque todavía se desconoce el coste real de la vacuna, la OMS afirma que es rentable. Como se decía al principio es una ‘relativa’ buena noticia, y sobre todo puede ampliar el arsenal de herramientas (fármacos, mosquiteras, insecticidas) en la lucha contra esta enfermedad que lleva con el ser humano miles de años.

Por otra parte, aún hay una docena de potenciales vacunas que están en desarrollo clínico, que proyectan buenos resultados. La vacuna con tecnología ARNmensajero es la apuesta del laboratorio alemán BioNTech con estudios que se pondrán en marcha a finales del 2022 en África como parte de un programa apoyado por la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de la Unión Africana (Africa CDC). Nada sabemos ni de su coste ni si aplicarán patentes (aunque nos tememos lo peor).

Hay otros estudios actualmente en marcha de como el de la vacuna PfSPZ de la compañía Sanaria o la R21.

Sigue adelante el programa de la OMS cuyo objetivo es acabar con la malaria en 25 países para 2025,  Zeroing on Malaria Elimination. Siete países de ellos alcanzaron este objetivo (Argelia, Belice, Cabo Verde, El Salvador, Irán, Malasia y sobre todo China), a los que se sumaron tres más que no estaban en el grupo inicial (Azerbaiyán, Tayikistán y Sri Lanka). Por desgracia, la pandemia de la COVID-19 y las medidas tomadas contra ella han provocado un empeoramiento del avance que se estaba consiguiendo en la lucha contra la malaria: países libres del paludismo, se han vuelto a ver afectados.  En Bután, el retraso de la distribución de mosquiteras ha provocado un aumento de casos de malaria. En Timor del Este (sin caos en 2018 y 2019) se localizó un brote en la frontera con Indonesia.

Otro factor que nos hace refrenar el optimismo es el cambio climático. La COVID-19 también ha hecho que muchos países aparcasen temporalmente su predisposición y compromiso para frenar el aumento de la temperatura del planeta en este último período, y se ha hecho poco para proteger a la población de sus efectos. Particularmente, en lo que afecta a la malaria, variaciones en la humedad relativa, fenómenos extremos como inundaciones o sequías, o el aumento de la temperatura han provocado que, por ejemplo, en las zonas montañosas de los países de Indice de Desarrollo Humano (IDH) bajo y medio hayan aumentado en las áreas montañosas un 39% y un 15% respectivamente el número de meses adecuados para la transmisión de la malaria, si se comparan las décadas 1950-1959 y 2010-2019. Y este aumento es más importante en las zonas más empobrecidas. Queremos poner el acento en que se está reescribiendo el mapa de las enfermedades endémicas con el cambio climático.

Para mantener el entusiasmo y las líneas de investigación se necesitan recursos. Y seguimos hablando a estas alturas de que el éxito de una vacuna contra la malaria depende de la solidaridad mundial en cuanto al aporte de fondos, según el director del Programa contra la Malaria, Pedro Alonso. Tras la crisis de la pandemia en el mundo y las guerras en curso, somos un poco escépticos. Hemos vivido el fracaso de la “solidaridad mundial” de las vacunas contra la Covid19 en cuanto a “que nadie se lucre con la pandemia” con respecto a considerarla bien público global (cesión de patentes, compartir tecnología,…). Desde la plataforma Right2Cure hemos luchado para hacerlo posible, sin éxito ¡y eso que nos afectaba a todos!. Así que si la vacuna de la Malaria depende de esa solidaridad, lo vemos lejano. Por lo menos, de momento.