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17 de octubre, Día Internacional para la errradicación de la pobreza

Este Día Internacional tiene un doble origen; la primera vez que se celebró fue en 1987 en París, a raíz de una manifestación convocada por el padre Joseph Wresinski (fundador del movimiento internacional Cuarto Mundo) en la Plaza del Trocadero a favor de los derechos humanos y en honor a las víctimas de la pobreza extrema, el hambre y la violencia; fue 5 años más tarde, en 1992, cuando la ONU proclamó el 17 de octubre como Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Actualmente, poner fin a la pobreza, en todas sus formas, en todo el mundo, es el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la Agenda 2030.

 

En el mundo, alrededor de 783 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza internacional (1.90 dólares/día), la mayoría residentes en Asia meridional y África subsahariana. Pero la pobreza no se define solo en términos económicos: es un fenómeno multidimensional, que determina la capacidad para acceder a todo aquello que se considera básico para vivir con dignidad (alimentación, sanidad, hogar, agua potable, electricidad…), que hace a quienes la sufren más vulnerables, pero es que además, afecta fundamentalmente a las personas más vulnerables: las tasas de pobreza más altas afectan a poblaciones de países pequeños y que sufren conflictos armados, y en general incluyen a más mujeres y niñas/os (122 mujeres por cada 100 hombres entre los 25 y 34 años viven en extrema pobreza, y uno de cada cuatro niños a nivel mundial tienen una estatura inadecuada para su edad). Es un círculo vicioso. Una persona que nace en un entorno empobrecido, por el mero hecho de hacerlo, tiene un futuro truncado en muchos sentidos; por un lado, el acceso a la alimentación y a la sanidad limitado determina una menor probabilidad de crecer de forma sana y en sí mismo de llegar a la vida adulta; mayores dificultades para acceder a una educación de calidad condicionarán a su vez el tipo de empleo al que podrá acceder en la vida adulta, probablemente necesitará comenzar a trabajar antes de acabar esa educación, y probablemente en condiciones de trabajo peligrosas y/o altamente exigentes a nivel físico; por otro lado, quedan desamparados de la protección del estado, pues existe un acceso desigual a la justicia y una importante falta de poder político (por ejemplo, según datos de la ONU del 2016, solo un 45% de la población mundial estaba amparada por un sistema de protección social); y un largo etcétera. Privaciones encadenadas de derechos y necesidades básicas, interrelacionadas, que se refuerzan y perpetúan entre sí. Es decir, la pobreza es un problema a nivel mundial, es la causa y es la consecuencia de múltiples formas de violación de los derechos humanos, y constituye en sí misma una.

Este año el 17 de octubre pone énfasis en lograr la justicia social y medioambiental para todas las personas; continúa así buscando destacar la importancia del reconocimiento al carácter multidimensional de la pobreza, y busca además algo que es muy importante y muy reciente, que es dar voz a las personas que viven en extrema pobreza, pues no son elementos pasivos en esta lucha, si no que en general son las primeras en actuar, en buscar soluciones innovadoras y sostenibles, y lamentablemente no suelen ser escuchadas por los diferentes organismos/estados.

¿Cómo podemos colaborar como individuas/os? Por ejemplo, cualquier acción que tomemos encaminada a ahorrar y a ser más eficientes energéticamente en nuestro día a día (ahorrar electricidad y agua, reciclar y reutilizar, utilizar electrodomésticos eficientes…), o a reducir nuestra huella de carbono (ir andando o en bicicleta a trabajar o cuando nos desplacemos por la ciudad, evitar el uso indiscriminado de plástico, favorecer el mercado de “segunda mano”…), o a seguir una alimentación más sostenible (como las que os sugerimos en el artículo del día 16 de octubre) son diferentes formas, pequeñas y asequibles, de luchar contra la pobreza. ¿Te animas a formar parte del cambio?