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Mujeres y personas LGTBIQ+, “levantando los ojos del suelo". Contra la violencia en los colectivos más vulnerables

Apoyando a que mujeres y personas LGTBIQ+ "levanten los ojos del suelo": por una igualdad verdadera y contra la violencia de los colectivos con los que llevamos trabajando 28 años junto a la organización local CENDIPP en Lima (Perú).

Dos semanas después de volver de Perú, tras un viaje asociado a dos proyectos de cooperación en Lima, centrados en avanzar hacia una vida libre de violencia contra las mujeres y personas LGTBIQ+ en la municipalidad de El Agustino, toca hacer una valoración personal del mismo y presentar algunas conclusiones que he sacado de lo que allí he visto y sentido.

Hace casi 30 años, 27 para ser exactos, hice mi primera visita a Perú y a un proyecto de cooperación. Eran las primeras colaboraciones con una organización aliada local, el Centro de Investigación y Promoción Popular (CENDIPP), con la que ya llevamos 28 años trabajando de manera conjunta. Suele ocurrir que, cuando se mantiene una relación tan larga, demasiadas veces no valoras tanto a la otra parte y lo primero que he de decir, como conclusión del viaje, es la enorme suerte que tiene medicusmundi Araba de tener semejante aliada, su enorme capacidad, la calidad de su trabajo, su relación con las organizaciones de base con las que lleva adelante las acciones del proyecto, su equipo de trabajo, su capacidad de incidencia…, todo es inmejorable.

Cuando, de la mano con CENDIPP, iniciamos la formulación de estos dos proyectos, lo primero, como siempre, fue identificar las necesidades sentidas por la población a la que los dos proyectos iban dirigidos. Entre las acciones a llevar a cabo estaba este viaje a Lima, para cubrir una parte de las necesidades que sentían las mujeres y la articulación LGTBIQ+ de El Agustino. Lo más llamativo del mismo era que esta visita la hacíamos dos personas sanitarias de medicusmundi Araba y tres policías vascos, dos ertzainas y una policía municipal de Vitoria.

La idea era que se formara al Serenazgo y a las siete comisarías de la Policía Nacional del Perú en El Agustino en actuaciones contra la violencia machista y delitos de odio, y que los sanitarios visitáramos centros de salud y tuviéramos un encuentro con personal de los mismos para intercambiar experiencias sobre el tratamiento que damos a la violencia machista contra las mujeres y las personas LGTBIQ+. No es este el sitio para narrar todo lo que hicimos allí (una agenda muy apretada por cierto) ni para valorar el cumplimiento de los objetivos del viaje y de las expectativas que llevábamos, solo señalar que la primera impresión de todos los viajeros ha sido excepcional por lo que respecta al viaje en si mismo, pero también en cuanto a la calidad de ambos proyectos y de su ejecución.

En cuanto a mis impresiones, la primera, más general, es que siempre que se visita un proyecto y se comparte tiempo con las personas a las que va dirigido, uno siempre se trae más de lo que lleva, siempre vuelve más reforzado con lo que se está haciendo y con más ganas de seguir haciéndolo, con más ideas y más reforzado en la justicia y calidad de nuestro trabajo en cooperación.

Por otro lado, cuando compruebas todo lo que hacen, el ánimo con el que lo llevan adelante, el espíritu colaborativo y cooperador que atesoran en todas sus acciones. Cuando ves cómo una mujer, víctima de violencia machista, que recibió apoyo de las organizaciones implicadas en el proyecto; que tuvo que refugiarse en casa de una compañera que antes ella misma había sido víctima y que fue acompañada a denunciar a su agresor; que recibió apoyo en grupos formados entre ellas para hacerlo; que recibió formación para conseguir independencia económica; después de todo eso, ella misma se suma a la cadena de acompañamiento, vigilancia,  apoyo y formación para otras mujeres. Emociona, y mucho, que unas mujeres que antes “no levantaban los ojos del suelo” ahora van con la cabeza muy alta, empoderadas, a exigir sus derechos y los de las demás.

Capítulo aparte merece la relación que hemos tenido con mujeres trans con una gran participación en las acciones de estos proyectos. Con testimonios de vida que ponen los pelos de punta, se organizan, se acompañan, se forman y consiguen otras salidas que no sea el trabajo sexual que, casi siempre, les expone además de a la explotación de los proxenetas, a la violencia de estos, de sus clientes e, incluso, de la propia policía. Lo cierto es que en este viaje, las emociones han estado a flor de piel..

A todos los niveles en los que se mueven los proyectos, es de remarcar la unión entre las organizaciones de mujeres, (Vaso de Leche, Comedores Populares, asociaciones de madres), la Articulación LGTBIQ+ (homosexuales, Asociación Estrella Fugaz de mujeres trans, Casa de la Mujer Trans de Ate, Casa Diversa y activistas individuales) y Hombres por la Igualdad es absoluta, muy lejos de debates estériles, sobre si dar derechos a unas borra a las otras, cuando si el campo de los derechos se amplía nunca recorta los de nadie, a no ser que consideremos como derechos los privilegios de algunas. 

A modo de conclusión (y de reafirmación de ideas que llevaba conmigo), en estos proyectos, como en todos por supuesto, lo imprescindible son las personas sujetas de derechos a las que van dirigidos. Los demás, en este caso MM, CENDIPP y los financiadores, somos, como se suele decir, contingentes. Para terminar, el movimiento de las mujeres, el feminismo, los feminismos, no debería cuestionar la existencia y los derechos de otro ser humano, porque si algo hace el feminismo, mal que le pese a los fundamentalismos de todo tipo, es que siempre ha luchado por la igualdad de todas las personas, repito, de todas, y cuando se mueve por una vida libre de violencia, lo hace para que todas, todes y todos vivamos sin violencia.

Por Eduardo García Langarica