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16 de Octubre, Día Mundia de la Alimentación

Los Días Internacionales fueron ideados por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) como una herramienta para llamar la atención en los medios de comunicación con la doble intención de sensibilizar a la opinión pública y animar a los gobiernos a tomar medidas sobre una serie de temas de interés. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) comenzó a celebrar el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación en 1979, para conmemorar su propia fundación en 1945, y desde entonces se celebra anualmente.

Este año 2020 ha elegido el lema “Cultivar, nutrir, preservar. Juntos”; así, busca un llamamiento mundial a la solidaridad para conseguir que los alimentos saludables lleguen a todos los rincones del planeta, intentando destacar el papel fundamental de agricultoras/es, pescadoras/es y/o transportistas de estos alimentos.

La FAO estima que más de 2000 millones de personas no tienen acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, con 135 millones de personas padeciendo hambre aguda; además, alrededor de 672 millones de adultas/os y 124 millones de menores de edad son obesas/os, y 40 millones de niñas/os menores de 5 años tienen sobrepeso. Espera, ¿qué? Pues sí, efectivamente. Si es verdad que cuando comenzó a celebrarse este día internacional los esfuerzos se centraban fundamentalmente en la lucha contra el hambre, también lo es que en los últimos años, con la globalización, los cambios en nuestro estilo de vida, en los medios de producción, el mejor conocimiento de los factores de riesgo cardiovascular y sus implicaciones, la pandemia de la obesidad, la crisis económica… han hecho que también sea necesario destacar la importancia no solo de poder acceder a los alimentos, si no de tener acceso a alimentos de calidad y seguir una dieta variada y saludable (y un estilo de vida en la misma línea, claro). El problema es que, aunque parece fácil de decir, es un tanto complicado de llevar a la práctica. No solo se trata de concienciar a la población de lo importante que es favorecer la comida “casera” frente a la comida rápida/precocinada/etc. y de consumir más frutas y verduras frente a un exceso de azúcar, grasas y/o de sal; es que también hay que procurar que sean alimentos de calidad y sostenibles, de que productoras/es puedan producir siguiendo esa línea, y de que la población cuente con los medios para acceder a ellos, con todo lo que esto implica. Porque si los alimentos proceden del medio ambiente, no tiene mucho sentido que su producción no se asocie a la preservación del mismo, pero tampoco tiene sentido que para que un alimento sea “sostenible” su precio impida que acceda a él la mayor parte de la población, o que para conseguir esa etiqueta productoras/es se vean obligados a pagar una serie de tasas que, si no venden, no pueden asumir, etc.; y es “una pescadilla que se muerde la cola”, porque a su vez, la instauración de mecanismos de producción poco sostenibles e irrespetuosos con el medio ambiente, favorece que nuestra dieta sea cada vez menos variada, que no se produzcan alimentos de calidad...

Vivimos en un mundo globalizado, internacionalmente interconectado; cambios en la alimentación requieren cambios en el sistema económico, en la forma de relacionarnos con el medio y de cultivarlo, porque una alimentación más saludable necesita irremediablemente ir de la mano de un mundo más sostenible. Y por eso una parte importante de la campaña anual del 16 de octubre se dirige a llamar la atención sobre la necesidad de transformación de nuestras formas de producción, procesamiento, transporte, comercialización y consumo de los alimentos en vistas a conseguir preservar la biodiversidad y los recursos naturales de cara al presente y al futuro.

Llegados a este punto, espero que tu cabeza esté dándole vueltas al menos a una pregunta: ¿y qué puedo hacer yo? Algunos cambios sencillos que podemos incluir en nuestro día a día son: 1) buscar productos locales y de proximidad, ya sea en cooperativas de productoras/es locales (mejor) o en tus tiendas habituales, ya que por un lado favoreces el comercio y la producción local, y también disminuyes la contaminación asociada al transporte de los alimentos; 2) buscar alimentos de temporada, que son los más nutritivos para consumidoras/es y los más sostenibles para el medio y productoras/es; 3) cocinar, favorecer las comidas caseras frente a las comidas preparadas o fuera de casa; 4) intentar reducir el desperdicio de alimentos, planificando la despensa, no tirando la fruta todavía consumible “porque está fea”, no tirando productos con fecha de consumo preferente pasada si todavía están en buen estado… Estas son solo algunas recomendaciones básicas, pero si quieres saber más, en la red hay montones de páginas de asociaciones y organizaciones para ampliar tus conocimientos. ¡Anímate a curiosear!