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¿HAY ALGÚN DOCTOR EN LA SALA?

El 3 de diciembre se celebran simultáneamente el día internacional de las personas con discapacidad (un 15% de la población mundial viven con algún tipo de discapacidad), y una celebración mucho más desconocida y a la que nos referiremos en este artículo: el día internacional del Médico, una fecha que conmemora el nacimiento del médico cubano Carlos J. Finlay, descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla.

En el mundo existen muchos, variados y graves problemas de salud que debemos atajar, ya que para la mayor parte de ellos tenemos los conocimientos precisos y la tecnología para eliminarlos. Y sin embargo, cada día mueren 800 mujeres por problemas en el embarazo y parto, y alrededor de 16.000 menores de 5 años pierden la vida por enfermedades evitables. Enfermedades olvidadas, vih-sida, malaria, tuberculosis, patologías crónicas, mentales,... la lista de enfermedades con las que debe de luchar el ser humano es interminable. Para esta lucha las sociedades se han provisto de los llamados sistemas de salud, cuyos distintos elementos (infraestructuras, medios económicos, materiales y humanos, sistemas de gestión) tienen que confluir para que el sistema pueda responder a las necesidades de salud de su población. Y de todos los elementos, los recursos humanos son los más complicados de gestionar, pues no gestionas recursos, sino personas, personas que tienen capacidad de tomar decisiones por sí mismos, más allá de la voluntad de los gestores de los sistemas de salud. Y es aquí donde emerge la figura del personal médico, quizás el más visible de todo el personal sanitario, pero que es consciente que sin el apoyo del resto sería incapaz de conseguir resultados. Actualmente, los y las profesionales médicos se enfrentan a varios y grandes retos futuros en una sociedad tan cambiante como la nuestra, y si bien los contextos son distintos en diferentes lugares del planeta, hay problemas comunes que se deben resolver.

Y es aquí donde emerge la figura del personal médico, quizás el más visible de todo el personal sanitario, pero que es consciente que sin el apoyo del resto sería incapaz de conseguir resultados. Actualmente, los y las profesionales médicos se enfrentan a varios y grandes retos futuros en una sociedad tan cambiante como la nuestra, y si bien los contextos son distintos en diferentes lugares del planeta, hay problemas comunes que se deben resolver. El más relevante es la carencia mundial de profesionales médicos para cubrir las necesidades de salud de las diferentes poblaciones del planeta. En total faltan 7,2 millones de profesionales sanitarios, pero aunque el problema es más acuciante en los países más empobrecidos, también los países más desarrollados tienen problemas de salud. De hecho, en el Documento de Trabajo sobre un Plan de Acción para el Personal Sanitario de la UE, nos avisa que en 2020 faltarán en Europa 230.000 profesionales médicos en Europa, lo que supondrá que el 13,5% de los servicios sanitarios que se daban en 2010 no se podrán dar. Estas carencias de los países más desarrollados provocan que se busque personal desesperadamente. De hecho, se considera que el 20% del personal médico de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) vengan de fuera. Pero más de 50 países principalmente en África y el sur de Asia padecen una escasez crítica de personal sanitario. Importar médicos de esos países no es inocuo: un artículo sobre la migración internacional del personal médico advertía que el número de médicos que emigra no se compensa con las personas motivadas para ser médicos, por lo que fomentar de manera irresponsable la migración puede tener consecuencias en el acceso a servicios básicos de salud para las poblaciones más necesitadas de esos servicios. Además, hay que tener en cuenta que la formación de un profesional médico supone muchos años invertidos, y por lo tanto es necesaria una planificación a muy largo plazo, algo imposible cuando se priorizan cubrir las necesidades inmediatas. A esto debemos unir las difíciles condiciones en las que muchos profesionales deben trabajar en el mundo: bajos salarios, enormes cargas de trabajo debido a la falta de profesionales de apoyo, condiciones inestables, falta de medios para realizar tu trabajo,...

Por lo tanto, el profesional se encuentra muchas veces con una gran dicotomía: o buscar una posible mejora personal, profesional y familiar de sus condiciones de vida (que no siempre se da), o quedarse a trabajar con su población, pero en pésimas condiciones. Pero como decíamos, no es un problema solamente de países empobrecidos. Algo parecido ha estado pasando en los países del Sur de Europa debido a la última crisis económica, donde sus profesionales médicos han tenido que salir en busca de oportunidades. Es sintomático que en un programa de captación de médicos del Gobierno de Brasil para cubrir vacantes en barrios periféricos de las grandes ciudades y zonas del interior, los españoles representaran el 28% del total, el segundo país, sólo por detrás de los argentinos. En 2010, la comunidad internacional y la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboraron un plan para desarrollar el personal sanitario global. Este plan se denominó el Código de Prácticas de la OMS sobre Contratación Internacional de Personal Sanitario, y aborda las principales causas de migración, además de incluir medidas sobre la educación, retención, condiciones de trabajo, financiación y derechos del personal sanitario. Este Código, a pesar de ser firmado por la mayoría de los países está muy lejos de ser aplicado, y es necesario un esfuerzo de todos los países para conseguirlo. En España debemos empezar por lo más básico. Es difícil planificar cuando ni siquiera se tienen cifras reales de cuantos médicos trabajan en un país, y eso es precisamente lo que pasa en España. Es necesario impulsar el registro de profesionales que ya está aprobado hace años, pero que aún no está operativo. Pero el personal médico tiene también un papel de movilizador social, más allá de su papel como profesional. Lo hemos visto en los últimos años, por la participación tan intensa que han tenido muchos profesionales médicos en la defensa de nuestro modelo de salud. Tenemos el reto de eliminar esa idea muy extendida de que el profesional médico vive en una burbuja, alejado de los problemas sociales, cualquier problema que afecte a la población es un problema también para la salud, y por lo tanto para los profesionales que trabajan en su mejora. Por lo tanto, y a pesar de los enormes retos futuros que existen, hoy celebramos el esfuerzo que muchas personas realizan día a día en todo el mundo, personas que un día decidieron encaminar sus pasos hacia el largo, complejo y siempre apasionante mundo de la Medicina. Un personal cuya vocación, ya desde Esculapio, es luchar contra la muerte, la enfermedad y el sufrimiento. Una lucha que sabemos que, al final, siempre se va a perder, pues solamente el mito de Asclepio (Esculapio para los romanos) pudo devolver la vida a los muertos. Pero es esa rebeldía ante la muerte y la enfermedad la que empuja al personal médico a esa lucha constante y diaria por la mejora de la salud de las personas.