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Apostar por la educación de la mujer es apostar por la salud

Educar en salud a mujeres y niñas vulnerables es uno de nuestros propósitos. Los proyectos de medicusmundi en Mali, Etiopía, Ruanda y Perú ante el día Internacional de la Educación.

“El proceso que proporciona a las personas los medios necesarios para ejercer un mayor control sobre los determinantes de salud, mejorando así su salud”. Así definía el primer reconocimiento Internacional a la educación en salud. Era la Carta de Ottawa para la promoción de la salud, redactada en 1986. Asumía la importancia de proporcionar conocimientos para la promoción y protección de la salud, así como la trascendencia de la educación en salud para capacitar a los individuos en la participación activa a la hora de definir las metas en salud.

La educación en salud es una herramienta muy poderosa, que crea oportunidades, ya que facilita cambios de estilos de vida, cambios en la conducta, y en definitiva proporciona el conocimiento para poder intervenir como individuo en la mejora de la salud propia.

En Por qué la educación es importante para la salud (2014), el Centro de Sociedad y Salud de la Universidad Virginia Commonwealth señala que la mala salud no sólo es “el resultado de un menor nivel educativo, sino que también puede causar reveses educativos”. Además, The Learning Generation 2014 afirma que un niño cuya madre sepa leer tiene un 50% más de probabilidades de vivir más allá de los 5 años, un 50% más de probabilidades de ser inmunizado y el doble de probabilidades de asistir a la escuela. 

Por lo tanto, es fundamental fomentar la educación en la mujer, pues será el germen para que generaciones futuras estén integradas en un engranaje de aprendizaje. A nivel individual se fomenta un refuerzo positivo significativo entre el logro educativo y la salud, y el bienestar de las niñas y mujeres jóvenes marginadas.

Desde medicusmundi nos involucramos en la educación de mujeres y niñas vulnerables con proyectos donde puedan contar una educación garantizada en la región Somalí y de Tigray - Etiopía- con mujeres de poblaciones nómadas dedicadas al pastoreo con un proyecto de mejora de acceso a la educación, de participación en la toma de decisiones, y la creación de cooperativas de ahorro y crédito.

En Ruanda hemos apoyado económicamente a la escuela Foyer de Kamonyi en la formación a jóvenes en diferentes disciplinas con el objetivo prepararlas en el mundo laboral. En Malí se imparten cursos en guarderías en tres distritos y tenemos becas para alumnas de Formación Profesional y universidad, y clases de refuerzo en francés para mejorar sus perspectivas profesionales de cara al futuro.

En Perú estamos trabajando en incorporar la educación sexual en escuelas peruanas, junto a capacitación de tutoras y tutores en las 14 instituciones  de los distritos seleccionados para la intervención.

Cada una de estas intervenciones tienen un fuerte impacto en las mujeres y niñas involucradas, quizá muchas inicien su propio negocio o continúen estudiando. Lo que creemos en medicusmundi es que estas intervenciones son claros impulsores de la salud, pues la educación de las mujeres es el germen que asegura una mejor educación futura en la salud de todos.

La realidad aún hoy es que la brecha de inequidad en la educación para las mujeres y niñas sigue siendo un grave problema: son las primeras en abandonar el colegio, si es que han tenido la posibilidad de asistir. También les toca asumir una carga desproporcionada de responsabilidad para mantener el hogar y el bienestar de la familia. Se ven obligadas a realizar tareas duras, insalubres, no especializadas y de nulos o bajos ingresos para ayudar a la economía familiar.  En estos casos las prestaciones de atención de la salud rara vez son asumibles. La planificación familiar es prácticamente inexistente y se espera que las mujeres estén disponibles sexualmente y asuman una familia numerosa con poco tiempo entre embarazo y embarazo. 

El matrimonio precoz sigue siendo un terrible problema. A las niñas se les niega el derecho a asistir a la escuela y en muchos casos se las somete a la violencia de la mutilación genital femenina (MGF) antes de un matrimonio forzado, con todos los riesgos de salud que supone el embarazo y el parto a los 12 o 13 años. 

En el caso de que las niñas lleguen a la escuela, la infravaloración cultural de su educación, las presiones sociales y económicas para que se casen jóvenes a cambio de dinero y el deficiente servicio de saneamiento de las instalaciones ante, por ejemplo, la menstruación provocan un alto nivel de absentismo que suele terminar en abandono escolar.

El hecho de que las mujeres dependan financieramente de los hombres les sigue limitando. Por eso parte de su solución pasa por potenciar económicamente a la mujer, con alfabetización, como mínimo para que sean capaces de dirigir su propio negocio y su propia vida. También son necesarias políticas que eliminen la prohibición a las mujeres de poseer tierras o activos de generación de ingresos, como el ganado, especialmente en lugares donde parte importante de la población, y más de la mitad son mujeres, vive de las tierras comunitarias.

 Paralelamente hay que movilizar a las comunidades en su conjunto, e involucrar a mujeres y hombres en la toma de decisiones sobre los recursos comunitarios, los desafíos y las soluciones, y en los debates sobre la defensa de los derechos de las mujeres y los niños. En este sentido hay que instruirlas sobre los derechos de la mujer para que defiendan sus intereses y se desarrollen como mujeres fuertes y con conocimientos en esa materia. La educación siempre les hace más libres.