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25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género

Las cifras recientes de la prevalencia mundial sobre violencia de género indican que alrededor de una de cada tres mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. La mayoría de estos casos son violencia infligida por la pareja. Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja.

Aunque la violencia de género es una de las situaciones más claras y cotidianas de desigualdad, ha sido invisible (y aún es en muchos casos) durante siglos. De hecho, en la II Conferencia Mundial sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrada en 1980, ya se la definía como “el crimen más silenciado del mundo”. En España, fue en 2004 cuando se estableció la Ley Orgánica sobre Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, documento que la define “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia”, y “comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones, o a la privación arbitraria de libertad”. Existen muchos factores de riesgo, que competen no solo al ámbito individual, sino también al familiar, comunitario y social. En este aspecto, es fundamental tener en cuenta que las causas de la violencia contra las mujeres se encuentran en la discriminación de género, las normas sociales y los estereotipos de género, que la perpetúan. Dados los efectos devastadores que la violencia tiene en las mujeres, hasta ahora los esfuerzos se han concentrado principalmente en las respuestas y servicios para las sobrevivientes. Pero no hay que dejar de prestar atención a la prevención; la mejor manera de tratar un problema, es atajar sus orígenes y causas estructurales. Así, es necesario actuar en las primeras etapas de la vida, cuando esos estereotipos y la aceptación/rechazo de la situación, se establecen. ¿Cómo? Mediante la educación de los niños, niñas y jóvenes, que debe promover el respeto y la igualdad de género. Aunque las políticas públicas y las intervenciones suelen pasar por alto esta etapa de la vida, se trata de una época crucial, ya que es aquí cuando se forman los valores y normas relativas a la igualdad de género. A nivel mundial, se han promovido distintas intervenciones para enfrentar esta situación. Entre ellas, la apertura de una base de datos que recoge evidencia constatada sobre la igualdad de género (EDGE; http://unstats.un.org/edge), tratando así de ofertar los datos necesarios para tomar las medidas más adecuadas, pero también para facilitar el acceso a la información encargada de promover una mayor conciencia social (http://unstats.un.org/unsd/gender/worldswomen.html). En este día 25 de Noviembre de 2016, las Naciones Unidas nos invitan a vestirnos de naranja contra la violencia de género, que no es solo una violación mundial de los derechos humanos, sino que también afecta e impide el avance en muchas otras áreas, incluyendo la erradicación de la pobreza (en muchos países en vías de desarrollo son las mujeres las encargadas de dirigir los hogares, siendo además estos lugares los que cuentan con tasas de matrimonio alrededor de los 14 años, lo que no solo dificulta el acceso a la escuela sino que también impide el posterior acceso a trabajos bien remunerados), la lucha contra el VIH/SIDA y la paz y seguridad. La violencia contra la mujer es un pandemia global, prevenible y evitable, pero que, sin embargo, más del 70% de las mujeres se ven obligadas a sufrir a lo largo de su vida. Por eso, desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos), se pondrán en marcha los 16 días de activismo contra la violencia de género, con el objetivo de sensibilizar y movilizar a la población a favor de un cambio global, tan necesario.

Desde medicusmundi Cantabria os invitamos a vestiros de naranja, para apoyar esta movilización; pero no olvidemos que aunque la atención en el problema se centre en unos días, es una situación presente a diario, no solo en las noticias de ámbito internacional, sino también a nivel nacional y local. El cambio no es solo salir a la calle de naranja y compartir la información durante unos días; es prestar atención alrededor, no autoconvencerse con el “no puede ser”, tender una mano amiga cuando veamos sufrimiento, apoyar a nuestras amigas y conocidas, perder esa “tolerancia” ante determinadas conductas que pueden parecer banales o graciosas, pero que pueden estar importunando a la mujer que las sufre en el trabajo, o en el colegio. El cambio empieza por nosotros.