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Recomendaciones para recuperar y garantizar una sanidad pública, universal y de calidad

La crisis desatada por la COVID-19 ha puesto al descubierto las costuras de nuestro Sistema Nacional de Salud. Su limitada capacidad de respuesta pone en evidencia las políticas sanitarias de la última década, marcadas por la caída de la financiación pública de la sanidad con uno de los gastos sanitarios más bajos por habitante de la zona euro.

La crisis desatada por el COVID-19 ha puesto al descubierto las costuras de nuestro sistema
sanitario. Si bien es cierto que la pandemia actual constituye un escenario sin precedentes ante
el que ningún país del mundo ha demostrado estar preparado, la limitada capacidad de
respuesta que ha tenido el Sistema Nacional de Salud español, llegando al colapso en
determinadas comunidades autónomas, no es consecuencia únicamente de la excepcionalidad.
Las políticas sanitarias de la última década, marcadas por una constante caída de la financiación
pública de la sanidad y el avance de modelos privatizadores han debilitado notablemente la
capacidad de resistencia de nuestro sistema sanitario. Así, España cuenta en la actualidad con
uno de los gastos sanitarios más bajos por habitante de la zona euro, lo cual se ha traducido en
una importante merma de recursos de la red sanitaria pública. Un claro ejemplo a este respecto
lo constituye el déficit en camas hospitalarias que se calcula entre 50.000 y 70.000, y que en esta
reciente crisis ha demostrado ser de importancia vital.
A ello hay que añadir la precarización del trabajo de nuestro personal sanitario, tan aplaudido
estos días por su encomiable esfuerzo a pesar de no contar con medios ni protección suficientes
para hacer frente al virus. No debemos olvidar que esta falta de recursos es una más de las
manifestaciones que las políticas de recortes han tenido sobre las condiciones laborales del
personal de medicina, enfermería, administrativo y trabajo social que llevan años denunciando
sin ser atendidos.
La respuesta a la crisis sanitaria también ha desvelado serios problemas de coordinación al
interior del sistema sanitario entre los diferentes actores y ámbitos de responsabilidad en su
gestión; entre el sistema sanitario y el sistema de servicios sociales.
Resulta asimismo evidente que España necesita reforzar sus mecanismos de respuesta en
materia de salud pública para prevenir rebrotes del COVID-19, así como eventuales pandemias
futuras. Se echa en falta una adecuada coordinación y cooperación de todos los efectivos y
recursos de Salud Pública, funcionando en red y con tareas asignadas según capacidad y
experiencia. Es responsabilidad de las Comunidades Autónomas cooperar en ese objetivo,
compartiendo información, recursos, capacidad investigadora, estrategias y buenas prácticas.
La descentralización de la Sanidad, incluida la Salud Pública es sin duda positiva, pues permite
una atención más próxima a las personas, pero no puede devenir en una dificultad a la hora
abordar situaciones excepcionales ni a la hora de garantizar la equidad.
En cualquier caso, la prevención se construye día a día desde el refuerzo de una Atención
Primaria infravalorada e infradotada, así como de un sistema social solidario e inclusivo. Una de
las lecciones aprendidas que debemos extraer de esta traumática experiencia es que existe un
vínculo ineludible entre la salud individual y la comunitaria. Por ello, resulta imprescindible que
el sistema de protección integre a todas las personas que viven en el territorio, particularmente
a las más vulnerables, sin discriminaciones y sin dejar a nadie atrás. Esto no solo exige contar
con un sistema sanitario universal que reconozca el pleno derecho a la protección de la salud a
todo el mundo, independientemente de su situación administrativa, sino también con una
amplia red de servicios sociales que incidan sobre los determinantes sociales de la salud,
garantizando a toda la población unas condiciones dignas de vida que constituyen en sí mismas
la prevención más efectiva frente a la enfermedad.

Esta crisis ha puesto de manifiesto nuestras debilidades y vulnerabilidades, pero también
nuestra fortaleza como sociedad que reivindica el valor y la importancia de nuestra sanidad
pública. Por ello, las organizaciones firmantes instamos a los distintos partidos a que estén a la
altura del reto que se les presenta y en este proceso de reconstrucción sean capaces de
promover amplios consensos que fortalezcan y blinden nuestro Sistema Nacional de Salud. Para
ello, y desde la experiencia que nos otorga nuestra dilatada trayectoria en diversos ámbitos de
la salud, les trasladamos las siguientes recomendaciones:

(Continúa en el PDF adjunto. Descárgatelo, por favor)