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COMBATIR LA DIABETES CUANDO LOS RECURSOS SON ESCASOS: que no se quede en la sala de espera

La OMS dedica este año el Día Mundial de la Salud a la diabetes, enfermedad por la que muere 1 persona cada 6 segundos en el mundo. Las enfermedades crónicas son cada vez más frecuentes en los países en desarrollo, que siguen teniendo además altas tasas de enfermedades infecciosas y carenciales.

Los países empobrecidos no sólo tienen altas tasas de enfermedades infecciosas y carenciales sino que, cada vez más, su población sufre problemas de salud que solemos asociar a los países del norte, como hipertensión arterial, obesidad o diabetes; algo que se relaciona con la modificación de hábitos de vida, así como con las dificultades de acceso a diagnóstico, prevención y atención oportunos. Estas enfermedades son una carga añadida para unos sistemas de salud frágiles y que siguen necesitando invertir muchos recursos en la prevención y el control del SIDA, la tuberculosis, la malaria, el ébola, el dengue, el Zika, la desnutrición y la anemia, etc. El cambio de hábitos nutricionales que se ha consolidado en las ciudades y se está instalando progresivamente en las poblaciones rurales es un serio problema que empieza a afectar en especial a la infancia y a las mujeres, con una mala nutrición que puede llevarles a la obesidad y a la diabetes tipo II. Hoy se habla en estos países en vías de desarrollo de “doble carga de enfermedad”: la concurrencia de enfermedades trasmisibles con enfermedades no trasmisibles, que acaban con cualquier presupuesto, sistema y modelo sanitario. Al igual que otras enfermedades crónicas y degenerativas, la diabetes y sus secuelas de todo tipo son una desgracia que afecta catastróficamente a las poblaciones pobres y excluidas. El diagnóstico temprano y el tratamiento disciplinado son fundamentales para prevenir graves complicaciones como ceguera, fallo renal, amputación de miembros inferiores o infarto de miocardio, pero esto no es fácil cuando los sistemas de salud son débiles. En las zonas rurales con poblaciones indígenas la incidencia de estas enfermedades es más “silenciosa”; no se suele prestar atención de carácter preventivo a estos problemas de salud, hay menos posibilidades de diagnóstico precoz y tratamiento oportuno y, por tanto, mayor riesgo de invalidez, dependencia y muerte prematura.

Como diabético desde hace 21 años soy afortunado de residir en Lima; porque ¿en qué zonas rurales indígenas latinoamericanas con población dispersa, pobre y en exclusión hay oportunidad para un control diario de la glucosa (glucómetro personal)?, ¿cómo realizar en esas condiciones la medición mensual de la misma en una consulta de enfermería o el seguimiento con el servicio de endocrinología o medicina general, para medir la hemoglobina glicosilada (fundamental para conocer si el control es adecuado, pero que no se mide en laboratorios de 1er nivel)?, ¿cómo garantizar el adecuado suministro y conservación de la insulina (refrigeración que requiere electricidad)? La imposibilidad de un manejo adecuado de la enfermedad, obliga a la migración de las personas a medios urbanos donde las facilidades anteriores existen, aunque otra cosa es que puedan acceder a las mismas en las condiciones precarias en las que terminan viviendo. Los hábitos como la dieta saludable, la actividad física, el mantenimiento de un peso corporal normal o evitar el consumo de tabaco pueden prevenir la diabetes o retrasar su aparición. Además, se necesita un sistema de salud fuerte y accesible a toda la población para el diagnóstico y control de la diabetes. Ante esta situación, en Medicus Mundi defendemos que fortalecer los sistemas públicos de salud, y en particular la nueva Atención Primaria de la Salud – APS, con un enfoque incluyente y participativo, es la mejor estrategia para abordar de forma integral la mayor parte de los problemas de salud en cualquier país.