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Diez ideas sobre las consecuencias de la falta de acceso a la vacunación universal anti-COVID

Conclusiones de la mesa redonda organizada por  Intermon-Oxfam y medicusmundi sobre el acceso universal a las Vacunas contra la COVID-19 y los retos de afrontar una pandemia global.

El objetivo de la sesión “Acceso Universal y Global a las Vacunas contra la COVID-19. Retos de una pandemia global” fue ofrecer información actualizada e intercambiar opiniones en torno a un tema muy actual y que, desgraciadamente no ocupa el espacio que merece en nuestro panorama mediático: la desigualdad en el acceso a las vacunas contra la COVID-19 a nivel global y sus consecuencias en todo el mundo, especialmente en los países a los que no están llegando como nos gustaría, como debería, y como nos habían dicho que llegarían.

En dicha sesión intervinieron:

  • Marta Valdés, directora de Desarrollo e Innovación Humanitaria en Oxfam Internacional,
  • Gonzalo Fanjul, director de Análisis en ISGlobal (Barcelona Institute for Global Health),
  • Carlos Mediano, responsable de Estudios e Investigación en medicusmundi y presidente de Medicus Mundi Internacional.
  • Belén Tarrafeta, experta en acceso y uso racional de medicamentos, de AEDES (organización belga).

Puedes acceder aquí a un documento recopilatorio de artículos relacionados con las vacunas para la COVID-19.

1. La crisis de la pandemia por la COVID-19 se da en un contexto global previo de desigualdades socio-económicas y de desarrollo muy profundas entre distintas regiones y países del mundo que ha incidido de una manera notable en el agravamiento de las condiciones de vida de los grupos poblaciones más vulnerables. 

2. Una parte de la solución a esta crisis pasa por conocer las características y la idiosincrasia de las poblaciones vulnerables y por su implicación activa en la búsqueda de soluciones adecuadas a sus realidades particulares. Ciertas medidas de prevención tomadas en países del Norte pueden no ser adecuadas en distintos contextos en países del Sur, debido a las debilidades de sus sistemas sanitarios, la existencia de conflictos, ciertas creencias y pautas socio-culturales, las consecuencias regionales del cambio climático en ciertos lugares, entre otros.

3. La solución a la crisis de la COVID-19, teniendo en cuenta las premisas anteriores, no pasa sólo por la búsqueda de respuestas sanitarias eficaces basadas en evidencias científicas, si no también, por el desarrollo de políticas que promuevan cambios profundos dirigidos a extender la justicia y la equidad social, económica y sanitaria.

4. La revolución sin precedentes que se ha dado a nivel científico en apenas un año con el rápido desarrollo de vacunas eficaces y seguras, debe conducir a un rápido proceso de universalización de su distribución para que las vacunas lleguen de forma equitativa a toda la población mundial, acompañándose de inversiones sostenidas en el desarrollo científico y en el fortalecimiento de los sistemas de salud.

5. Resulta inquietante para el logro de ese objetivo que países del Norte con altas capacidades económicas estén acumulando dosis de vacunas que en algunos casos exceden en 6 veces sus necesidades reales.

6. Unido a lo anterior, los intereses de la industria farmacéutica, su oposición para liberalizar las patentes y su juego en el mercado para facilitar las vacunas al cliente que paga más por ellas e, incluso, encareciendo su coste en países con menor capacidad adquisitiva, supone un grave problema para lograr la universalización y equidad en la extensión de las vacunas a todas las regiones y países del mundo. Organizaciones como COVAX, dependiente de NNUU, y diversas alianzas de organizaciones de la sociedad civil a nivel mundial, están haciendo grandes esfuerzos para tratar de garantizar el acceso a la vacunación universal, aunque con muchas dificultades.

7. La universalización del acceso a las vacunas en los países con menos recursos y capacidades económicas, no debe derivar en una nueva ocasión para incrementar los niveles de endeudamiento que constriñen sus economías y su capacidad de desarrollo. La liberalización de las patentes, el abaratamiento de los precios y la mayor capacidad de producción y distribución de las vacunas son necesarios para lograr el objetivo de la universalización, aunque esto no parece que se vaya a dar en un corto plazo.

8. La percepción social del riesgo de enfermar o morir por la COVID-19, no es sentida de igual manera en todas las poblaciones del mundo. Poblaciones con economías de subsistencia, impactadas de forma más intensa por otras patologías que están más presentes y que tienen más peso epidemiológico en sus tasas de morbilidad y mortalidad (como el sarampión, la malaria, la desnutrición, etc.), pueden no sentir como algo prioritario la necesidad de vacunarse contra la COVID-19. Además, la detracción de recursos y profesionales sanitarios, ya de por sí escasos en esos contextos, para hacer accesible a esas poblaciones la vacunación anti-COVID, no debería suponer el abandono de la atención a las enfermedades y problemas de salud pública más prevalentes. La Atención Primaria de Salud junto con la participación activa de la población deben estar muy presentes en las campañas de vacunación que se lleven a cabo. Habría que incluir a la población joven como sujetos activos en todos estos esfuerzos, en vez de criminalizarlos.

9. Los países del Sur están haciendo esfuerzos para concretar planes operativos para el desarrollo de campañas de vacunación, pero la escasez de recursos propios y su débil posición política en el panorama mundial para poder incidir, va a dificultar la consecución de ese objetivo. Para desarrollar la accesibilidad a la vacunación universal se debe instaurar una relación de solidaridad entre los países del Norte y del Sur, que no esté basada en intereses geopolíticos y económicos de una de las partes, si no en el interés común de salir todos juntos y a la vez de esta pandemia. Si no se hace así, la aparición de nuevas variantes del virus, algunas de ellas muy preocupantes, supone una amenaza real para el conjunto de la humanidad.

10. Es muy importante que la sociedad civil se implique en el abanderamiento de la causa de la inversión en salud pública, en romper los muros del debate local para hacerlo global, en exigir transparencia a los gobiernos y, también, relaciones más colaborativas y menos competitivas a las compañías farmacéuticas en aras de lograr una solución justa y equitativa para el acceso universal a a las vacunas y tratamientos contra la Covid. No se puede olvidar tampoco que, con la excusa de la pandemia, algunos gobiernos de ciertos países están tomando medidas que agravan seriamente la situación de los derechos humanos y que por ello la sociedad civil debe mantenerse vigilante y comprometida con la defensa de los mismos.

Por Imanol Azanza, voluntario de medicusmundi Nam