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Más vulnerables por la pandemia

En el día mundial de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos acercamos al caso de Mauritania, donde persiste la esclavitud, e incluso se sigue practicando el Gavage o engorde de niñas por cuestiones estéticas. medicusmundi trabaja en el terreno con las animadoras comunitarias.

2020 no sólo pasará a la historia como el año de la pandemia mundial. También como los doce meses que han vuelto a poner a la mujer en el centro en un contexto de emergencia, agravado por la precariedad económica y la inestabilidad social. Uno de los daños colaterales está siendo el aumento de la violencia, de los abusos sexuales y de los asesinatos contra las mujeres en el mundo entero, aunque en muchos países todavía se desconoce la magnitud.

En España el estado de alarma dejó un balance preocupante en materia de violencia de género. Según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, durante la desescalada hubo un repunte del 61% en las llamadas al 016, número que atiende exclusivamente situaciones de posible violencia de género. En China, las denuncias por maltrato se triplicaron durante el mes de febrero con el inicio de la pandemia. En Brasil la violencia aumentó entre un 40% y un 50%. En Liberia, en un 50%. En Kenia casi 4.000 escolares quedaron embarazadas por el cierre de los colegios.

Mauritania es uno de los países en los que aún se desconoce el alcance. medicusmundi desarrolla allí proyectos basados en la perspectiva género desde 2008, gracias a los cuales la cooperante Alejandra Carmona, responsable de proyectos de Salud Sexual y Reproductiva y testigo excepcional, nos cuenta cómo las mujeres allí son algo más que coyunturales daños colaterales de la gran crisis desatada por el coronavirus.

  • ¿Cuáles han sido las consecuencias entre la población mauritana de la pandemia?

Las consecuencias más evidentes se pueden resumir en un aumento de la vulnerabilidad económica, sanitaria y educativa. La violencia perpetrada contra las mujeres se convierte en una urgencia médica, forense y psicológica sobre la cual un protocolo de actuación específico ha de integrarse en las estructuras sociosanitarias.

Las mujeres adultas y adolescentes se encuentran en una situación grave de vulnerabilidad acentuada por la pandemia, con dificultades de acceso a los servicios de salud, al empleo o la gobernanza. Además, a esto se le añade el aumento de las agresiones sexuales, así como otros tipos de violencia de género tales como la violencia conyugal durante este tiempo.

  • ¿Qué tipos de violencia sufren las mujeres en Mauritania?

La violencia contra las mujeres en Mauritania se extiende también a las niñas que sufren, en su mayor parte, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina o el llamado gavage o alimentación forzada. Esta práctica responde a los cánones de belleza existentes en los que las mujeres obesas son más valoradas. Las niñas son sometidas a la alimentación forzosa para el aumento de peso. Esta práctica cada vez está más en desuso, pero cabe recordar que en 2008 la Asociación de Mujeres Jefas de Familia (AFCF) documentó 148 muertes por alimentación forzosa y 12 casos de mujeres muertas tras haber ingerido pastillas para el engorde de pájaros.

La Mutilación Genital Femenina (MGF) sigue siendo uno de los grandes problemas de la región donde actuamos, Brakna, con 6 de cada 10 niñas víctimas de mutilación. Actualmente está prohibida su práctica en las estructuras de salud, sin embargo sigue llevándose a cabo sobre todo en zonas rurales. Recordemos que entre 2010 y 2015, el 54% de las niñas fueron sometidas a la MGF antes de los 15 años.

El matrimonio infantil está presente fundamentalmente en las zonas rurales, con una prevalencia de 41% entre las niñas menores de 18 años y de un 17% entre las menores de 15 años (Profil genre 2015). La presencia femenina en la educación superior (datos de 2012) es del 18%, muy relacionada con el matrimonio precoz.

En nuestra zona de intervención, Brakna, el 40% de menores de 18 años están casadas, frente al 35% de media nacional.

Otro aspecto preocupante es, según la Encuesta Nacional sobre la Violencia contra las Mujeres en Mauritania (2011), la violencia sexual perpetrada dentro del contexto conyugal, que alcanza el 17,3% de los matrimonios. Asimismo, alrededor del 60% de mujeres entre 18 y 64 años casadas, viudas o divorciadas afirman haber sufrido al menos un acto de violencia psicológica.

Las niñas y jóvenes sufren igualmente violencias sexuales fuera del matrimonio, un tema muy delicado de tratar ya que puede ser interpretado como relaciones extramatrimoniales, penalizadas por ley. Según la ley islámica, las relaciones sexuales fuera del matrimonio son todavía hoy ilegales, y su pena se conoce como condena zina. La denuncia de las violaciones convierte a las víctimas en acusadas.

Dentro del contexto sanitario, la violencia obstétrica se practica de muy diversas formas. En los servicios de salud materna se constatan faltas tales como ignorar a las pacientes, vejarlas, insultarlas o realizar intervenciones innecesarias que repercuten en la salud de las mujeres. Incluso entre las mujeres económicamente mejor posicionadas sufren de abusos en las prácticas de las cesáreas, intervenciones más caras por las que las clínicas privadas obtienen mayores beneficios. Claramente, la salud de la mujer está relegada a la atención secundaria en importancia.

Otro aspecto digno de mención es la esclavitud. Aunque fue abolida en 1981 y penalizada en 2015 sigue estando presente en la sociedad mauritana y especialmente entre las mujeres de la etnia haratin, quienes siguen siendo víctimas de la discriminación. Las esclavas sufren violencias sexuales y explotación dentro de las casas de sus amos. Ellas han sufrido especialmente las consecuencias de la violencia en el confinamiento.

Por último, mencionar la violencia sobre la mujer adulta. Existe una gran incidencia de abandono moral y material sobre mujeres mayores. Hay muchos hombres que abandonan a sus parejas de toda la vida por mujeres más jóvenes. Muchas mujeres adultas quedan totalmente desamparadas.

  • ¿Qué avances legislativos, o sensibilización social hay en el país al respecto?

En Mauritania no hay escasez de leyes. lo que falta es su aplicación. Hay varias iniciativas: comités locales de gestión de conflictos, coordinación regional de conflictos familiares. El gran problema es el aspecto tabú: las mujeres no tienen el valor de emprender acciones legales o de ir a los tribunales.

Hay leyes contra la Mutilación Genital Femenina, que prohíbe su práctica a menores de 18 años (ley 2005-015 art. 12) (CEAR 2019). Hay un marco legislativo del Código de Familia sobre el matrimonio infantil, en el que se establece la edad mínima legal para casarse a los 18 años salvo que cuente con el consentimiento de su tutor legal o se imponga el silencio de la víctima interpretado como consentimiento.

En mayo de 2019 el Ministerio de Salud aprobó un protocolo específico para la gestión médica de casos de violencia sexual. Pero no se ha llegado a implementar debido a la falta de presupuesto a pesar de ser una de las prioridades del gobierno. Actualmente sólo dos hospitales en la capital lo incluyen en su practicum, tanto para tratar casos de violencia sexual como otros tipos de Violencias de Género.

El código penal trata los casos de violencias sexuales en dos de sus artículos (309 y 310), sin embargo, se abstiene de definir jurídicamente el acto de la violación y/o de abuso sexual, limitando así la ejecución de las leyes. Las incoherencias legales junto con la falta de recursos tienen como consecuencia una descoordinación entre los actores públicos con competencias en la respuesta a las víctimas de VbG: policía, justicia, servicios sociales y sanitarios.

En los últimos años, la sociedad mauritana y las instituciones públicas han prestado mayor atención y han identificado las violencias como una práctica negativa. El gobierno mauritano tiene ahora una posición más abierta y desea poner en marcha una estrategia nacional de intervención, lo que nos permite incluir en nuestros proyectos la temática de las violencias sexuales para así tratar de forma transversal otro tipo de violencias, como son las conyugales o los matrimonios precoces.

Así mismo nuestros proyectos de apoyo a las/os profesionales sanitarias/os nos facilitan detectar las prácticas negativas relacionadas con las violencias obstétricas para fomentar los cambios de comportamiento entre los profesionales.

Tras desarrollar proyectos desde 2004, medicusmundi colabora en Brakna con las redes de mujeres animadoras comunitarias, como las integrantes de la organización Fabouya que trabajan a su vez con el Ministerio de Asuntos Sociales, de la Infancia y de la Familia (MASEF). El MASEF canaliza su trabajo a través de estas mujeres facilitadoras. En el caso de Fabouya su presidenta Marieta Dia nos explica que se encargan de la formación de mujeres y seguimiento de los programas de medicusmundi en materia de salud sexual y reproductiva. para, no sólo modificar comportamientos en las comunidades, sino también dotar a las mujeres de un espacio de desarrollo personal con el que aumentar su autoestima, su posicionamiento y cambiar sensibilizaciones en su comunidad.